Marcel Proust nació en París en 1871, en el seno de una familia burguesa culta y acomodada, lo que le permitió desarrollar desde joven una vida entregada al arte, la lectura y la observación minuciosa del mundo que lo rodeaba. Enfermo de asma desde la infancia, vivió recluido buena parte de su vida adulta, lo cual no fue obstáculo, sino más bien impulso, para construir una de las obras más ambiciosas de la literatura moderna.
Su legado literario está indisolublemente ligado a su monumental ciclo narrativo En busca del tiempo perdido, compuesto por siete volúmenes que publicó entre 1913 y 1927. Esta obra, que comienza con Por el camino de Swann, es una exploración profunda de la memoria involuntaria, el tiempo, el deseo y la conciencia, en la que la narración fluye sin prisas, con una prosa que desmenuza las emociones y los gestos más ínfimos. Proust convirtió lo cotidiano en una experiencia estética de primer orden, elevando recuerdos como el sabor de una magdalena mojada en té a símbolos universales de la evocación.
Cultivó un estilo introspectivo, denso y musical, rompiendo con las estructuras tradicionales del relato para abrir paso a una escritura fragmentaria y envolvente. Pese a ser incomprendido en sus primeros años, con el tiempo fue reconocido como uno de los mayores innovadores del siglo XX. Murió en 1922, dejando una huella indeleble en autores posteriores y convirtiéndose en símbolo del poder literario para hacer del tiempo y la memoria el verdadero territorio de la novela.