Antonio Suqué (1866–1956) fue un diplomático y escritor español que desempeñó un papel destacado en varios destinos clave del servicio exterior, especialmente en zonas de gran tensión política como Salónica y Gibraltar. Nacido en una familia vinculada al cuerpo consular, desarrolló una carrera marcada por la firmeza profesional y una notable sensibilidad ante los conflictos sociales y geopolíticos de su tiempo.

Durante su etapa en el consulado de Salónica, vivió momentos convulsos en los que el equilibrio entre comunidades era frágil y los intereses internacionales, intensos. Su actuación combinó prudencia y determinación, logrando proteger a ciudadanos españoles y mediar en situaciones complejas con gran habilidad diplomática.

Más adelante, ya durante la Guerra Civil Española, ejerció como cónsul en Gibraltar, donde se convirtió en una figura clave en un entorno altamente delicado. En ese contexto, tuvo que manejar una red de tensiones entre exiliados, intereses extranjeros y el propio conflicto nacional, actuando con discreción y eficacia en medio de una situación internacional cada vez más polarizada.

Antonio Suqué no solo dejó huella por su papel diplomático, sino también por su capacidad de observación y análisis, que se refleja en sus escritos. Fue un testigo lúcido de una época de cambios violentos, y su vida profesional encarna una visión del servicio público basada en la responsabilidad, la inteligencia y el compromiso con el deber.