Álvaro de Laiglesia, nacido en San Sebastián en 1922, fue uno de los grandes nombres del humor literario en la España del siglo XX. Su agudeza, su ironía y su capacidad para sortear la censura con inteligencia lo convirtieron en una figura clave del ingenio nacional durante el franquismo. Tras pasar por varias publicaciones, su carrera despegó al incorporarse a La Codorniz, la revista satírica más emblemática del régimen, de la que fue director durante más de treinta años. Bajo su mando, la revista se convirtió en un refugio para el humor inteligente, mordaz y sugerente, en tiempos donde reírse del poder no era empresa sencilla.

Como novelista, firmó más de cincuenta títulos, entre los que destacan Todos los ombligos son redondos, Yo soy Fulana de Tal o Un náufrago en la sopa, obras que mezclan situaciones absurdas con una crítica sutil, pero efectiva, a la hipocresía social y los convencionalismos. También trabajó como guionista teatral y televisivo. Murió en 1981, dejando un legado que demuestra que el humor, cuando es brillante, puede ser una forma de resistencia tan eficaz como la más encendida proclama.