Un pueblo sin nombre, una lluvia de pasquines anónimos que desata odios larvados y un alcalde dispuesto a mantener el orden cueste lo que cueste. Esta novela, previa a Cien años de soledad, ya contiene los elementos del universo garciamarquiano: corrupción, violencia soterrada y el absurdo de lo cotidiano. Retrato ácido de una Colombia ficticia pero reconocible. Densa, sombría y contundente.